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Este anillo creado en oro de 18 quilates es una verdadera joya de elegancia clásica y distinción. La banda, cuidadosamente trabajada, sostiene con gracia una fila de once diamantes blancos, cada uno resplandeciendo con un brillo impecable. Los diamantes están montados en engastes redondeados que acentúan su luminosidad y los enmarcan con un halo de sofisticación. El contraste entre el cálido oro y la pureza de los diamantes crea una armonía visual que es a la vez sutil y deslumbrante. Esta pieza es un testimonio de artesanía fina, perfecta para quien valora la belleza atemporal y la perfección en los detalles.